¿Cómo afecta a Mendoza el cambio climático?

Mendoza es un desierto, su presente y futuro dependen del buen uso, cuidado, justa distribución y mejor aprovechamiento del agua, un bien escaso, indispensable e insustituible. Cada rincón de nuestro territorio con sus ríos, arroyos, diques, canales y acequias nos recuerda que debemos luchar contra el avance permanente del desierto. Del agua depende, no solo el establecimiento humano, sino también nuestra agricultura e industria.

La manifestación más evidente del cambio climático en Mendoza es la extensión en el tiempo de la escasez hídrica. Casi a una década de declararse la emergencia hídrica por primera vez, el Departamento General de Irrigación ha dispuesto no hacerlo un año más, ya que según los datos proporcionados por especialistas la escasez de agua es una "nueva normalidad". 

Es necesario convertir a Mendoza en una tierra capaz de enfrentar los problemas que se presentan. Para ello, el DGI refuerza el concepto de Seguridad Hídrica como herramienta estratégica, en el marco de la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), definida por la Asociación Mundial para el Agua (GWP) como: “La GIRH es un proceso que promueve la gestión y el desarrollo coordinados del agua, el suelo y los otros recursos relacionados, con el fin de maximizar los resultados económicos y el bienestar social de forma equitativa sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales.”

En cuanto a la Seguridad hídrica es la provisión confiable de agua cuantitativa y cualitativamente aceptable para la salud, la producción de bienes y servicios y los medios de subsistencia, junto con un nivel aceptable de riesgos relacionados con el agua.

Este es un paso fundamental en el cambio de paradigma que nos imponen los nuevos tiempos ante la retracción de nuestros oasis. La disminución de precipitación nival y la reducción de los glaciares nos afectan en distintas proporciones y señalan la profundidad del problema.