Resumen general de América Latina y el Caribe

Si consideramos que los países de América latina y el Caribe tienen disponibilidad de alrededor de un tercio de las existencias mundiales de agua, la accesibilidad a este recurso es deficiente. Los análisis y trabajos efectuados los últimos años en la región permiten elaborar una síntesis de las principales características del recurso agua y su relación con la economía:

  • La región de América Latina y el Caribe tiene abundantes recursos hídricos, pero estos varían de manera significativa en toda la región. Juegan un papel estratégico en el desarrollo socioeconómico y en la creación de empleo. Las economías regionales se apoyan mucho en la explotación de los recursos naturales especialmente la minería, la agricultura (incluyendo los biocombustibles), la silvicultura, la pesca y el turismo.
  • El patrón de uso del agua está muy influenciado por la concentración de la población, los conglomerados urbanos y las actividades económicas en zonas áridas y semiáridas. Esto ocasiona una intensa competencia por obtener los escasos recursos hídricos en áreas concentradas o en estaciones específicas. Estas prácticas no sostenibles en el uso del agua como la creciente contaminación (no solo por las aguas residuales sino también por la agricultura y la minería) pueden llegar a la destrucción de las cuencas. Estas tendencias socavan la sostenibilidad medioambiental y el desarrollo económico, mientras que constituyen la mayor amenaza para el empleo y la creación de puestos de trabajo. El cambio climático intensifica también la presión sobre los recursos hídricos. Sus efectos ya son visibles en la agricultura, la disponibilidad de agua, los bosques y la biodiversidad, las áreas costeras, el turismo y la salud pública (CEPAL, 2014b).
  • El cambio climático global genera problemáticas contrastantes en relación a los recursos naturales como inundaciones  y severas sequías que afectan directamente a las poblaciones urbanas y rurales con estrecha relación al recurso agua. 
  • Si bien los terrenos de regadío no representan una proporción muy grande de las tierras cultivables (el 13%), suponen casi el 67% del total de las captaciones de agua (FAO, 2015a). En varios países (como por ejemplo Argentina, Brasil, Chile, México y Perú) el riego es un componente significativo de la producción agrícola particularmente para los productos de exportación. Proporciona además, importantes oportunidades de empleo para las poblaciones rurales y para las industrias con concatenaciones regresivas y progresivas. En general cabe destacar que la agricultura de secano representa la mayor parte de la producción de cultivos (incluye los biocombustibles) y el empleo.
  • Las economías de la mayoría de los países latinoamericanos están orientadas hacia la exportación y dependen en gran medida del precio de las materias primas. Los productos de exportación regionales y el empleo relacionado con los mismos utilizan el agua de manera intensiva, ya sea en el proceso de producción (en particular la agricultura de regadío y la minería, los alimentos, la pulpa y el papel y las industrias petroquímicas y textiles) o porque dependen de ella (como el turismo, el mismo que representa más del 30% del PIB de algunos países de la región), o porque utilizan el agua como componente básico de sus productos finales (por ejemplo, la industria del agua embotellada).
  • En la mayoría de los países las instituciones de gestión del agua son débiles. Su capacidad de implementación es extremadamente limitada debido a que las reglas y normas raramente se cumplen de manera efectiva. Al mismo tiempo, la aparición de la clase media y la democratización promueven una cultura donde la gente exige una mayor atención a la conservación del medio ambiente, la protección de los derechos de las comunidades indígenas y los intereses públicos locales. Esto va acompañado de un mayor consumo de productos y servicios que requieren mucha agua. Ambos factores han llevado a la proliferación de conflictos socio-ambientales. La mayoría de estos problemas están relacionados con el agua, lo que obstaculiza muchos grandes proyectos de desarrollo de infraestructuras, sobre todo en la minería (Martin y Justo, 2015).
  • La experiencia regional permite identificar los siguientes elementos claves que demandan una constante atención para maximizar la preservación del agua y el desarrollo  sostenible de la región: 
    • Desarrollar acuerdos institucionales sólidos, transparentes y efectivos para la gestión integrada del agua y el suministro de servicios hídricos y saneamiento que protejan los intereses públicos y promuevan la eficiencia económica. Estos también deben proporcionar la estabilidad y flexibilidad necesarias para atraer inversión al desarrollo de los recursos hídricos y a los servicios públicos relacionados con los mismos.
    • Incrementar la captación de rentas provenientes de los recursos naturales y asegurar su inversión en capital humano que al mismo tiempo, incluya la educación y la capacitación, la protección social, las infraestructuras, la ciencia y la tecnología. Además, es necesario institucionalizar los mecanismos a largo plazo para lograr la estabilización, el ahorro y la inversión de los ingresos procedentes de las industrias extractivas y construir la capacidad institucional que permita manejar los conflictos socio-ambientales y laborales asociados al desarrollo de estos sectores.
    • Asegurar que el público, los grupos de interés y los tomadores de decisiones cuenten con información veraz, objetiva, confiable y oportuna sobre el suministro de agua y su uso (esto incluye la magnitud y distribución de los costos y beneficios).
    • Evitar que la gobernanza del agua sea capturada o manipulada por grupos que tengan intereses particulares.
    • Mejorar la planificación del agua y lograr, en base a criterios objetivos, una mejor evaluación de los impactos económicos, sociales, laborales y medioambientales de las políticas del agua, como así también los proyectos financiados públicamente, los subsidios fiscales y las garantías gubernamentales.
    • Proteger la integridad ecológica y la sostenibilidad de los recursos hídricos e incluir el mantenimiento de los flujos medioambientales.
    • Asegurar que las necesidades humanas básicas estén satisfechas e incluir la protección del derecho humano al agua, al saneamiento y los derechos de los pueblos indígenas.
    • En lo referente a la salud, las políticas públicas se encuentran enfocadas hacia estos servicios: la región ha cumplido con los ODM en cuanto al suministro de agua, pero no alcanzó la meta de saneamiento por un margen muy pequeño. La región ha comenzado a trabajar en la agenda de desarrollo pos-2015, lo que incluye la materialización del derecho humano al agua y al saneamiento. Esto significa continuar con la expansión de la cobertura de agua y saneamiento, reducir el déficit en áreas rurales y periurbanas, mejorar la calidad del servicio (particularmente el control de calidad del agua potable) y desarrollar mayores inversiones en el tratamiento de aguas residuales.
    • Promover la estabilidad social y crear condiciones ventajosas para el desarrollo de la agricultura de regadío, particularmente orientada a la exportación, el turismo, la pesca costera y continental.