Modalidades de distribución

Un párrafo aparte merecen las modalidades con que se distribuye el agua a través de las infraestructuras descriptas precedentemente. En efecto, así como está claro que el secreto para transformar el desierto en un oasis donde podemos vivir está en la distribución de sus aguas mediante las redes y las modalidades adecuadas (y no tanto en la existencia de ríos en nuestro territorio), también es claro que estas modalidades se han perfeccionado a través de los más de 450 años que utilizamos el riego.

El marco legal lo dio la Ley de Aguas que, en 1884, puso por escrito y ordenó la distribución del agua, al mismo tiempo que fijó criterios de equidad que fueron fundamentales para distribuir un bien escaso entre muchos interesados.

Como ya hemos mencionado, en Mendoza llueve un promedio de 220 mm anuales. Con esa precipitación pueden vivir las especies autóctonas como cactus, jarillas, chañares y zampas, pero no sobreviven ninguna de las especies frutales que son la base de nuestra economía agraria. La demanda de agua de cualquiera de ellas no baja de los 800 - 1.000 mm anuales. La diferencia es la que se debe entregar a través de nuestras redes de distribución.

Como conocemos, por experiencia propia, la necesidad de riego no es la misma en los distintos meses del año y que debemos regar más en los meses de verano porque el requerimiento de las plantas es mayor. Esta demanda no coincide con la oferta que nos proporcionan nuestros ríos de régimen estival, ya que en los meses de primavera cuando comienza la actividad de las plantas (que visualizamos por la aparición de hojas y flores) las temperaturas en la montaña, donde precipitó la nieve durante el invierno, aún son temperaturas invernales. Por lo tanto, no hay fusión de la nieve y aunque hayamos tenido un invierno con mucha nieve, la primavera será de caudales insuficientes. 

Los embalses que se han construido sobre cada río vienen a solucionar este problema. Su función de regulación consiste en guardar parte de los grandes caudales que escurren durante el verano para tenerlos disponibles en la próxima primavera.

Los volúmenes que podemos acumular no son grandes en comparación con las hectáreas que necesitamos regar. Por ello, es necesario entregar racionalmente el agua guardada. Podemos optar por distintas modalidades:

  • Régimen de agua extendida: esto quiere decir que dotamos a todas las ramas derivadas de la red primaria al mismo tiempo. Es un sistema cómodo porque todos tienen agua disponible, pero muchas veces no permite contar con caudales operativos. El caudal operativo es el que guarda una relación con su destino. Por ejemplo, si necesito tomar un remedio puedo buscar un gotero para administrarlo, pero si necesito regar el jardín seguramente no pienso en el gotero. El caudal a usar tiene que estar relacionado con el uso que le daremos. En este régimen de distribución se corre el riesgo de que si no hay agua suficiente, el caudal que recibirá cada regante será insuficiente para su aplicación. Por lo tanto, si el caudal es bajo, al regar por un surco al líquido le costará avanzar y las pérdidas por infiltración harán que el agua no llegue hasta el otro extremo.
  • Régimen de turnado: en esta modalidad se reduce el tiempo en que tendremos el agua disponible, pero en compensación, en el tiempo que dispondremos el caudal será mayor. No todos los derivados regarán en los mismos días, ya que se dividirán en grupos de 2, 3 ó 4 según la disponibilidad de agua que tengamos. Si hacemos 2 grupos, el primero regará mientras el segundo espera y luego el segundo grupo riega mientras le toca esperar a los que regaron primero.

A su vez, dentro de cada cauce, la Inspección confecciona su propio cuadro de turnos, ya que si todos quieren regar al mismo tiempo, nadie riega bien.

 

La correcta difusión de los cuadros de turnos permite a los usuarios programar con anticipación sus riegos. Esto redunda en ahorros económicos y en una mejor y más eficiente aplicación de las tecnologías que esté usando para su riego parcelario. Los sistemas de turnados deben contemplar dos parámetros: el tiempo y el caudal. 

Figura 105: Cuadro de turnos del río Mendoza  Fuente: Información propia del Departamento General de Irrigación.

Hasta que entra en operación el Dique Regulador, los cuadros de turnos sólo distribuyen tiempos y nos dicen cuántas horas de agua va a tener cada derivado, pero no nos dicen que caudal recibirá porque eso depende del caudal instantáneo del río. Este caudal es variable de un día al otro, incluso dentro del mismo día el caudal es distinto por la mañana que por la tarde.

Cuando el río se encuentra regulado se pueden programar los caudales que vamos a distribuir. Ya sabremos cuanto tiempo le entregaremos agua a cada derivado y también sabemos con cuánta agua lo dotaremos. Si conocemos estas dos variables podemos calcular que volumen de agua entregamos a cada propiedad en cada turno, en cada mes o en cada año.